Nos invita a liberarnos de la carga negativa de la ira, promoviendo un estado de calma y aceptación. Al practicar este principio aprendemos a manejar esta emoción conscientemente, comprendiendo que aunque es natural sentirla en algún momento, la rabia no solo afecta nuestro bienestar, sino también nuestras relaciones y entorno. Para ello, cuando nos encontremos en una situación que nos saca de casillas, cerramos los ojos por unos momentos y comenzamos a inspirar por la nariz lentamente exhalando por la boca; tomando consciencia de la emoción que estamos sintiendo repetimos mentalmente: «Estoy enojado/a…pero me tranquilizo» y la dejamos salir lentamente de nuestro ser con cada exhalación. Este principio nos recuerda que el enojo es normal y pasajero, y que cuanto más rápido volvamos a nuestro centro más rápido encontraremos la solución al problema evitando actuar de manera impulsiva. Al aplicar esta enseñanza «solo por hoy», nos enfocamos en vivir el momento presente, cultivando una actitud de paz y armonía.